¿NACE UN NUEVO MAESTRO DEL TERROR?
por Martín Morales
James Wan se ha convertido en una de las pocas mentes maestras que el terror posee en la actualidad. Sus comienzos en el primer film de la saga "Saw" ("El Juego del Miedo"), daban a entender que allí residía una imaginación diferente a la tradicional. Los dos primeros films de "Insidious" subrayaron dicho talento, pero no fue hasta el 2013 con el estreno de "El Conjuro" que los espectadores pudimos disfrutar y sufrir de todo su potencial como creador de pesadillas. Uno podría pensar que es una tarea imposible tratar de igualar lo logrado en aquella propuesta de terror, pero lo imposible para algunos es cuestión de trabajo, talento y dedicación para otros. James Wan lo volvió a hacer y le regala a su público una experiencia aterradora en "El Conjuro 2".
Como sucedió con el primer film, esta secuela se introduce con el planteo y resumen rápido de un caso paranormal que está ajeno a la trama principal de la película, pero que funciona como una ventana de información y horror para lo que está por venir. Lo que fue en la cinta original el origen de la muñeca Annabelle, aquí Wan se sumerge en el caso paranormal por excelencia: Amityville. Veloz, conciso y aterrador. Luego, la narración nos lleva hacia Inglaterra, a la ciudad de Enfield, donde una familia, en especial una niña de 11 años llamada Janet, empieza a sufrir por una presencia demoníaca en la casa. Escépticos y desconfiados por la veracidad de los hechos, pronto llega al caso el matrimonio Warren, quienes intentarán ayudar a la nena de un trágico futuro.
La primera mitad de la narración es muy fiel a los supuestos hechos reales en los que Wan se basó. Objetos que se mueven solos, repercusión mediática y mucha desconfianza por parte de los investigadores que no saben si la nena miente o está diciendo la verdad. La segunda mitad, con la incorporación de la fábula de "El Hombre Torcido", se sumerge más en la fantasía. Eso sí, nunca se pierde la tensión.
James Wan sabe cómo asustar. Para ello no utiliza los clásicos estereotipos del género y presenta genuinos sustos que sorprenden por su originalidad e imprevisibilidad. La creación de tomas largas en las que uno supone ver algo entre las sombras o contraplanos en los que algo en el fondo se mueve sin saber qué es lo que está sucediendo, son algunas de las herramientas que el director utiliza para crear un hilo tan tenso que nunca logra romperse. Planos secuencia soberbios y silencios que van de la mano de recursos audiovisuales muy bien implementados. Un film que asusta y lo logra de manera inteligente y original. Vale la pena destacar una específica secuencia, la cual involucra un cuadro y una sombra, que es una maravillosa y aterradora pesadilla filmada.
El elenco logró nuevamente estar por encima de casi todas las propuestas del género. La dulpa Farmiga-Wilson funciona a la perfección por la química que hay entre ellos y por la veracidad que le imponen a sus personajes. El cast infantil es perfecto. Su protagonista, Madison Wolfe, brilla al darle realismo y una dosis de ternura a la sufrida Janet. Grandes actuaciones.
Con una duración que es un poco excesiva (132 minutos), pero con una escalofriante manera de contar un cuento con todos los condimentos clásicos del terror, "El Conjuro 2" es una excelente secuela. Lo que es aún más sorprendente es que si bien son muchas las secuencias de horror genuinas, Wan se toma su tiempo para desarrollar detrás de todo eso un relato duro y emocionante sobre la familia, el amor y la gratitud. Un ejemplo de cómo el cine de terror puede asustar y al mismo tiempo poseer méritos artísticos.
Como sucedió con el primer film, esta secuela se introduce con el planteo y resumen rápido de un caso paranormal que está ajeno a la trama principal de la película, pero que funciona como una ventana de información y horror para lo que está por venir. Lo que fue en la cinta original el origen de la muñeca Annabelle, aquí Wan se sumerge en el caso paranormal por excelencia: Amityville. Veloz, conciso y aterrador. Luego, la narración nos lleva hacia Inglaterra, a la ciudad de Enfield, donde una familia, en especial una niña de 11 años llamada Janet, empieza a sufrir por una presencia demoníaca en la casa. Escépticos y desconfiados por la veracidad de los hechos, pronto llega al caso el matrimonio Warren, quienes intentarán ayudar a la nena de un trágico futuro.
La primera mitad de la narración es muy fiel a los supuestos hechos reales en los que Wan se basó. Objetos que se mueven solos, repercusión mediática y mucha desconfianza por parte de los investigadores que no saben si la nena miente o está diciendo la verdad. La segunda mitad, con la incorporación de la fábula de "El Hombre Torcido", se sumerge más en la fantasía. Eso sí, nunca se pierde la tensión.
James Wan sabe cómo asustar. Para ello no utiliza los clásicos estereotipos del género y presenta genuinos sustos que sorprenden por su originalidad e imprevisibilidad. La creación de tomas largas en las que uno supone ver algo entre las sombras o contraplanos en los que algo en el fondo se mueve sin saber qué es lo que está sucediendo, son algunas de las herramientas que el director utiliza para crear un hilo tan tenso que nunca logra romperse. Planos secuencia soberbios y silencios que van de la mano de recursos audiovisuales muy bien implementados. Un film que asusta y lo logra de manera inteligente y original. Vale la pena destacar una específica secuencia, la cual involucra un cuadro y una sombra, que es una maravillosa y aterradora pesadilla filmada.
El elenco logró nuevamente estar por encima de casi todas las propuestas del género. La dulpa Farmiga-Wilson funciona a la perfección por la química que hay entre ellos y por la veracidad que le imponen a sus personajes. El cast infantil es perfecto. Su protagonista, Madison Wolfe, brilla al darle realismo y una dosis de ternura a la sufrida Janet. Grandes actuaciones.
Con una duración que es un poco excesiva (132 minutos), pero con una escalofriante manera de contar un cuento con todos los condimentos clásicos del terror, "El Conjuro 2" es una excelente secuela. Lo que es aún más sorprendente es que si bien son muchas las secuencias de horror genuinas, Wan se toma su tiempo para desarrollar detrás de todo eso un relato duro y emocionante sobre la familia, el amor y la gratitud. Un ejemplo de cómo el cine de terror puede asustar y al mismo tiempo poseer méritos artísticos.
CALIFICACIÓN: 9/10
