UN TIFÓN DE EMOCIONES
Por Martín Morales
Por Martín Morales
Continuando con sus temáticas visitadas en películas pasadas, así como la fuerza de la naturaleza, los problemas familiares y la soledad, Kawase vuelve a demostrar que tiene mucha fuerza al desarrollar conmovedoras escenas dramáticas para crear un relato algo desparejo, pero que invita al espectador a sumergirse en la vida de cada uno de los personajes presentados.
El relato se centra en dos adolescentes que están descubriendo el amor. Ambos poseen problemas con sus respectivas familias: la madre de ella está por morir, mientras que los padres de él, separados, poco se interesan en su vida. Además, se encontró un cuerpo muerto en la costa, situación que los pondrá alerta a ellos y a toda la sociedad que los rodea.
Pese a que los hechos que aquí se narran no son para nada relajados o sencillos de expresar, la directora maneja una paz visual, sonora y actoral que hipnotiza. Todo parece tan real, tan conmovedor y tan humano que es difícil intentar desprenderse de la idea de que lo que estamos viendo es ficción y no un retrato real de la vida de esas personas. Hay un trabajo maravilloso en la creación de cada uno de ellos, en como se transmiten las emociones y en la manera con la que la directora decidió llevar adelante cada uno de los pasajes de la historia. Como en sus anteriores films, la naturaleza tiene protagonismo y paralelismo con el relato central, aquí el mar posee mucho más significado que el simple rompimiento de las olas o el ser la causa de los tifones que azotan la ciudad.
Otra de las características que hacen de este film una experiencia emocional fuerte es la potencia de ciertas escenas, marca registrada de la directora. Momentos como los minutos previos al fallecimiento de uno de los personajes; el primer beso; las tomas acuáticas; y el encuentro con el padre en Tokio, poseen una fuerza sencilla y pura, para emocionarse con las imágenes allí expuestas.
Pese a todo esto, es inevitable sentir luego de finalizada la función que varios de los pasajes carecen de contenido, y producen que el resultado pueda ser mirado con una superficialidad que perjudique al trabajo final. Pero, es indudablemente otro gran acierto de Naomi Kawase, una directora que con simpleza y detallismo visual cuenta historias delicadas para emocionarse.
El relato se centra en dos adolescentes que están descubriendo el amor. Ambos poseen problemas con sus respectivas familias: la madre de ella está por morir, mientras que los padres de él, separados, poco se interesan en su vida. Además, se encontró un cuerpo muerto en la costa, situación que los pondrá alerta a ellos y a toda la sociedad que los rodea.
Pese a que los hechos que aquí se narran no son para nada relajados o sencillos de expresar, la directora maneja una paz visual, sonora y actoral que hipnotiza. Todo parece tan real, tan conmovedor y tan humano que es difícil intentar desprenderse de la idea de que lo que estamos viendo es ficción y no un retrato real de la vida de esas personas. Hay un trabajo maravilloso en la creación de cada uno de ellos, en como se transmiten las emociones y en la manera con la que la directora decidió llevar adelante cada uno de los pasajes de la historia. Como en sus anteriores films, la naturaleza tiene protagonismo y paralelismo con el relato central, aquí el mar posee mucho más significado que el simple rompimiento de las olas o el ser la causa de los tifones que azotan la ciudad.
Otra de las características que hacen de este film una experiencia emocional fuerte es la potencia de ciertas escenas, marca registrada de la directora. Momentos como los minutos previos al fallecimiento de uno de los personajes; el primer beso; las tomas acuáticas; y el encuentro con el padre en Tokio, poseen una fuerza sencilla y pura, para emocionarse con las imágenes allí expuestas.
Pese a todo esto, es inevitable sentir luego de finalizada la función que varios de los pasajes carecen de contenido, y producen que el resultado pueda ser mirado con una superficialidad que perjudique al trabajo final. Pero, es indudablemente otro gran acierto de Naomi Kawase, una directora que con simpleza y detallismo visual cuenta historias delicadas para emocionarse.
7/10 BUENA
