El matrimonio Warren es mundialmente conocido como uno de los especialistas en actividad paranormal más respetados y polémicos de la historia. Ellos formaron parte de la investigación del caso de Amityville, pero también en uno muy particular, el central de esta película. Una familia se muda a una gran casa. Pronto van a empezar a ser testigos y víctimas de distintas apariciones fantasmales. Con la ayuda de la prestigiosa pareja, van a intentar exorcizar al demonio que los atormenta.
UNA NUEVA MUÑECA POSEÍDA
La historia de la vida de los Warren es muy interesante. Son varias las películas basadas en ellos, pero siempre vale la pena profundizar un poco el relato con material adicional a la que los films exponen. "El Conjuro" es una de las cintas que mejor representan el trabajo de dichos especialistas, no solo porque aparecen en escena durante la mayoría de la narración, sino también porque el director los expone como personas con sentimientos, problemas, ambiciones y miedos, y los aleja un poco de los propios clichés del género.
La clave del triunfo de esta película es el trabajo de James Wan en la dirección. Desde el inicio, con un primer plano a una horrible muñeca (una de las obsesiones del realizador), la cinta experimenta con elegancia, clasicismo y mucha estética una narración típica y conocida. Planos secuencia muy limpios, en los que objetos y personas desaparecen; una creación de climas soberbio; sustos que aparecen o que amagan su presencia; villanos que pocas veces se ven por completo; sombras; mucha oscuridad; un juego de niños que se transforma con rapidez en un elemento de terror espectacular; movimientos de cámara artísticos y que complementan a la perfección el terror; y un exorcismo final que forma parte de las mejores escenas del género de los últimos 10 (o más) años. Un realizador que sabe qué quiere mostrar, cómo lo quiere hacer y que dirige a sus actores con mucha lucidez y libertad.
Son muchos los momentos sobresalientes de esta propuesta. Wan no necesita de fuertes ruidos para crear suspenso, solo con dos manos aplaudiendo se crea terror, sin sangre ni crudas imágenes. Esta es una película con mucha tensión, más que sustos, con más silencios que gritos, y con un manejo de la oscuridad muy original. La secuencia con las niñas en la habitación, la aparición con el policía, la hija del matrimonio en la casa de la abuela, la bajada al sótano de la madre, el desarrollo final, y muchas otras escenas, son los claros ejemplos del maravilloso manejo del tiempo, de la cámara, de los recursos visuales y de la estética que James Wan crea. Un film que da sucesivos escalofríos y que utiliza un estilo más clásico que actual, que hace referencia a los grandes films de los años 70 ("El Exorcista", por ejemplo).
La clave del triunfo de esta película es el trabajo de James Wan en la dirección. Desde el inicio, con un primer plano a una horrible muñeca (una de las obsesiones del realizador), la cinta experimenta con elegancia, clasicismo y mucha estética una narración típica y conocida. Planos secuencia muy limpios, en los que objetos y personas desaparecen; una creación de climas soberbio; sustos que aparecen o que amagan su presencia; villanos que pocas veces se ven por completo; sombras; mucha oscuridad; un juego de niños que se transforma con rapidez en un elemento de terror espectacular; movimientos de cámara artísticos y que complementan a la perfección el terror; y un exorcismo final que forma parte de las mejores escenas del género de los últimos 10 (o más) años. Un realizador que sabe qué quiere mostrar, cómo lo quiere hacer y que dirige a sus actores con mucha lucidez y libertad.
Son muchos los momentos sobresalientes de esta propuesta. Wan no necesita de fuertes ruidos para crear suspenso, solo con dos manos aplaudiendo se crea terror, sin sangre ni crudas imágenes. Esta es una película con mucha tensión, más que sustos, con más silencios que gritos, y con un manejo de la oscuridad muy original. La secuencia con las niñas en la habitación, la aparición con el policía, la hija del matrimonio en la casa de la abuela, la bajada al sótano de la madre, el desarrollo final, y muchas otras escenas, son los claros ejemplos del maravilloso manejo del tiempo, de la cámara, de los recursos visuales y de la estética que James Wan crea. Un film que da sucesivos escalofríos y que utiliza un estilo más clásico que actual, que hace referencia a los grandes films de los años 70 ("El Exorcista", por ejemplo).
CONCLUSIÓN
"The Comjuring" tiene un desarrollo narrativo que está presente en gran parte de las películas de este estilo (familia que se siente poseída y llama a unos especialistas), pero es lo suficientemente original en términos estéticos y actorales (brillan Lili Taylor, Vera Farmiga y Joey King), y presenta una dirección soberbia. Creación de climas por sobre sustos fáciles, algo a la vieja escuela que se agradece. Para sentir escalofríos y para disfrutar de una de las mejores cintas de exorcismos del nuevo siglo.
