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11-11-11



TITULO ORIGINAL: 11-11-11 (La Profecía del 11-11-11)
ORIGEN: Estados Unidos (2011)
DIRECTOR: Darren Lynn Bousman
INTERPRETES: Timothy Gibbs, Michael Landes, Wendy Glenn, J. Larose
FOTOGRAFIA: Joseph White
MUSICA: Joseph Bishara
GUION: Darren Lynn Bousman
GENERO: Terror
DURACION: 93 Minutos
DISTRIBUIDORA: Energía entusiasta


MI OPINION:



3/10 MALA
























CRITICA:

12-12-12
Por Martín Morales

El 6 de junio del 2006 se estrenó mundialmente "La Profecía del 666", película que aprovechó el juego de números de su fecha de estreno para ser el principal y único atractivo para atrapar la curiosidad de los espectadores. En esta oportunidad, tomando la misma fórmula, "11-11-11" no es más que una fallida y poco entretenida propuesta de terror, en la que un personaje se obsesiona con una serie de dígitos, olvidándose de crear buenos climas de horror, sustos, originalidad y de desarrollar buenas actuaciones.

Joseph es un exitoso escritor que, luego de la muerte de su mujer y de su hijo, quedó paralizado y obsesionado con el 11-11, números que parecen repetirse continuamente en su vida. Cerca de cumplir el primer año sin sus seres queridos, su hermano, quien vive en Barcelona, le informa que su padre está muy enfermo y lo invita a su casa para despedirlo. Él, con muchas dudas, acepta. Ese viaje le va a cambiar la vida, no solo porque todo su entorno va a tratar que recupere su fe en Dios, sino porque se acerca la fecha que tanto teme y que poco a poco va a aterrar a su familia.

La película se introduce con un sueño en el que con rapidez se presenta el primer inconveniente de la propuesta: la sobreactuación. No solo este comienzo desarrolla un trabajo regular por parte de los dos actores en escena, sino que toda la película, producto de un guión que presenta diálogos superficiales y poco creíbles, expone una labor interpretativa que en todo momento pone en riesgo el disfrute, la profundidad y la creación de climas de la película. Las actuaciones no presentan los matices necesarios como para que los momentos de suspenso cobren efecto, para que los dramáticos tengan sentido y profundidad, y para que el final se convierta en una pieza sorpresiva e inesperada.

La historia se puede dividir en dos partes: por un lado, todo el desarrollo hasta pasada la mitad de la duración, momentos centralizados en contar la desesperación y la obsesión del protagonista con los números en cuestión (se la puede comparar con el estilo de "El Número 23"), a su trabajo, su conflicto con la fe y los problemas familiares y amorosos del presente y del pasado. Este primer tramo del relato desarrolla escasas escenas de suspenso y de terror, los pocos golpes de sonido son previsibles y carecen de la fuerza como para asustar al espectador; son muy pocas las explicaciones que se dan sobre la paranoia del hombre con los números, ocasionando una inverosimilitud que poco a poco se va intensificando; no se aprovechan los espacios cerrados (la gran casa) para crear climas de tensión y dramatismo; y se comienza a presentar a un villano sin fuerza ni identidad.

El segundo tramo de la historia pasa de desarrollar el individualista relato del protagonista, a abrir un poco la narración y a centralizarse en los demás personajes de la familia, ya sean el hermano, la mujer que conoce, el padre y la persona que lo cuida. Aquí, la película pasa de ser una propuesta con toques paranormales a ser una cinta plenamente religiosa, a desarrollar el típico conflicto entre la fe y la ciencia, a presentar tediosos diálogos que alargan sin sentido la película y a olvidarse completamente del factor sorpresa y de la creación de climas. Hay una sola escena que plasma con originalidad la única representación del horror, en la cual se puede ver a una silla mecánica subiendo lenta y ruidosamente las escaleras. A su vez, el final, editado como si se estuviese viendo una nueva secuela de "El Juego del Miedo", carece de impacto y de sentido, provocando una indiferencia que contradice la intención del director.

"11-11-11" es una fallida propuesta de terror. Una cinta que no asusta, que no crea buenas escenas de suspenso, que aporta poco al género y que, en especial, se aleja del estilo propio de Darren Lynn Bousman. Una propuesta sobreactuada, con un final que intenta ser sorpresivo y que carece de la originalidad y de la fuerza necesaria como para serlo.

UNA ESCENA A DESTACAR: silla en escalera.
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