LOS VICIOS, PLACERES Y ERRORES DEL CINE DE VALDIVIA
Este es el mejor ejemplo posible que demuestra que una película con muchos aciertos técnicos no es una buena cinta sin un buen guión. "Yvy Maraey. Tierra sin mal" es precisamente eso, un film con una fotografía hermosa, pero con un libro tan artificial que se desconecta demasiado de lo que está buscando transmitir.
Un adinerado director de cine recurre a un grupo de indígenas para que lo guíen hacia la llamada "Tierra sin mal" para filmar una nueva película. Él no sabe qué quiere hacer en el film, y espera que la experiencia pueda inspirarlo para llevar adelante una buena idea.
Un adinerado director de cine recurre a un grupo de indígenas para que lo guíen hacia la llamada "Tierra sin mal" para filmar una nueva película. Él no sabe qué quiere hacer en el film, y espera que la experiencia pueda inspirarlo para llevar adelante una buena idea.
Es extraño ver una película que tiene la intensión de mostrar la vida de los aborígenes bolivianos, plagada de frases hechas, de escenas excesivamente coreografiadas, de regulares actuaciones, y, en especial, de diálogos que carecen de naturalidad y de fluidez. Todo esta demasiado estructurado, muy milimétricamente armado para la cámara, sin la mera expontaneidad que está siempre presente en la vida. Los personajes hablan de manera muy poco natural y están limitados al libreto. El resultado, lamentablemente, es una cinta regular, que carece de sentimiento, de realidad y vida.
Lo que falla en términos narrativos, lo suplanta en aciertos técnicos. La fotografía es hermosa, los planos, aunque existe una contradicción muy fuerte entre la rusticidad de los lugares con los limpios y perfectos encuadres, son muy acertados. El sonido y la iluminación también son muy destacables. Como en las películas de Juan Carlos Valdivia, hay un abuso excesivo de los movimientos circulares de cámara y una intensión por hacer bello lo que no lo tiene que ser, que puede dividir al público, pero que, por cierto, es su marca personal.
Esta es una propuesta muy hablada, en la que el director decidió poner alguna frase en vez de silencios para que el espectador disfrute de las imágenes y saque sus propias conclusiones. Los mejores momentos de la cinta son aquellos en los que se deja al público por sí solo, escuchando los sonidos ambientales y el caminar del protagonista (momento en la selva, cerca del final). Cuando el espectador tiene la oportunidad de leer la imágenes sin los diálogos existenciales de fondo es cuando el film triunfa.
Lo que falla en términos narrativos, lo suplanta en aciertos técnicos. La fotografía es hermosa, los planos, aunque existe una contradicción muy fuerte entre la rusticidad de los lugares con los limpios y perfectos encuadres, son muy acertados. El sonido y la iluminación también son muy destacables. Como en las películas de Juan Carlos Valdivia, hay un abuso excesivo de los movimientos circulares de cámara y una intensión por hacer bello lo que no lo tiene que ser, que puede dividir al público, pero que, por cierto, es su marca personal.
Esta es una propuesta muy hablada, en la que el director decidió poner alguna frase en vez de silencios para que el espectador disfrute de las imágenes y saque sus propias conclusiones. Los mejores momentos de la cinta son aquellos en los que se deja al público por sí solo, escuchando los sonidos ambientales y el caminar del protagonista (momento en la selva, cerca del final). Cuando el espectador tiene la oportunidad de leer la imágenes sin los diálogos existenciales de fondo es cuando el film triunfa.
Lamentablemente "Yvy Maraey" es una película que no logra conjugar bien los aciertos técnicos con su guión. Es una propuesta con frases hechas, muchos diálogos que dicen todo y dejan poco para la reflexión del espectador, y con una bella fotografía.
4/10 REGULAR
