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THE TRIPLETS OF BELLEVILLE


TITULO ORIGINAL: Les Triplettes de Belleville
ORIGEN: Francia
INTERPRETES: Béatrice Bonifassi, Lina Boudreault
DIRECTOR: Sylvain Chomet
MUSICA: Benoît Charest
GUION: Sylvain Chomet
GENERO: Animación
DURACION: 77 Minutos
CALIFICACION: Apta para todo público
DISTRIBUIDORA: Sony Pictures Classics

MI OPINION:



9/10 MUY BUENA






















CRITICA:

EL ARTISTA OLVIDADO
Por Martín Morales

La animación tradicional es un arte que invita al espectador, y si la misma tiene un estilo particular, a maravillarse con la técnica, con los colores, con el trazo realizado a mano y, principalmente, con el trabajo artesanal que la misma expresa. Aquí, Sylvain Chomet creó un mundo animado muy deprimente, con toques surrealistas y con una continua crítica social que acompaña y enriquece el relato, todo aderezado de una animación muy detallista y bella.

La historia introduce a un muchacho que quiere ser ciclista. Mientras está concursando en una importante carrera, él va a ser secuestrado por la mafia francesa y llevado hacia Belleville. Su abuela, su fiel compañera, y su perro van a intentar rescatarlo. En el camino se encuentran con tres ancianas, famosas intérpretes, quienes le van a ayudar en su aventura.

La cinta da comienzo con una introducción en tonos sepia que retrata el éxito de las trillizas en una de sus películas. La música, el tono caricaturesco de la animación, el humor y esa simplicidad con la que el director decidió llevar adelante esta primera parte, es espectacular, no solo porque se da inicio al relato de manera original, sino porque gracias a esa escena luego muchas otras, llegando al final, tienen sentido. Luego de esto, la animación cambia, pasa de formar parte del mundo de la ficción, donde todos están disfrutando, cantando y bailando, a sumergirse en la triste realidad de una familia. En estos primeros minutos se hace una descripción muy fuerte sobre el lazo que une a la abuela con el pequeño niño, se muestra muy bien su afición por las bicicletas y, por sobre todas las cosas, se toma el tiempo para retratar a una figura secundaria que expresa emociones y sentimientos que identificarán al espectador: el perro, llamado Bruno.

Luego de todo esto, la película comienza a inspeccionar diferentes temáticas, todas expresadas de manera surrealista, que van creando un mensaje que, si bien es directo en muchas oportunidades, queda camuflado porque no es el centro principal de la historia. Cada personaje tiene un movimiento o sentimiento que lo personifica y fueron diseñados con mucha identidad y con un doble sentido muy bien logrado. El detallismo de la animación, ya sea en cada uno de los sorprendentes fondos que van acompañando el relato o en las vestimentas y en la profundidad de las expresiones faciales y corporales de los personajes, es maravilloso, en especial porque se logra crear un continuo clima de tristeza y agonía mezclado con la locura y el amor.

Pero, y es allí donde la película triunfa, la misma no se queda solamente en la preciosa y admirable animación, introduce una serie de moralejas que complementan el relato y que, gracias al interesante y nunca decadente guión, cobran sentido. El ejemplo más claro y el más directo es la creación de todo símbolo de obesidad refiriendo al país de las hamburguesas, esa toma en la que se ve a la Estatua de la Libertad totalmente cambiada y todas las que se ven a cada uno de los personajes secundarios que mantiene un mismo estilo de vida, es muy fuerte y chocante.

Aquí Chomet se ahorra las palabras, crea un mundo mudo en el que se pueden escuchar solamente las expresiones necesarias, esto le permitió jugar mucho con el sonido, con la música y con el humor. Se nota mucho la influencia de Jacques Tati en la creación de las situaciones sonoras y divertidas de la película. Cada uno de los momentos musicales que interpretan las trillizas están muy bien logrados y son muy originales. A su vez, el trabajo vocal, que es muy poco, es muy destacable.

"Las Trillizas de Belleville" es como sumergirse en uno de esos cuentos antiguos de los que uno no quiere salir jamás, es una fábula con toques imaginarios, con locura y personajes surrealistas, muy profunda, entretenida y con una animación que invita al espectador a asombrarse y deleitar sus sentidos. Una expresión de amor, de dedicación y de trabajo. Una de esas películas que hay que ver si o si, por lo menos una vez, en la vida.

UNA ESCENA A DESTACAR: inicio y el encuentro con las trillizas.
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