Un hombre aburrido y con muchos problemas personales decide inscribirse en un club sadomasoquista para avivar su presente. Nunca pensó que esa decisión le iba a afectar de maneras un tanto bizarras.
CARAS HINCHADAS
Esta es una de esas películas en las que se mezclan tantas cosas y se desarrollan tantos esquemas al mismo tiempo que es difícil catalogarla en un solo género. Es una comedia que va y viene, con un poco de violencia y algo de cine experimental, que habla también del arte de hacer películas. Tiene varios momentos dramáticos fuertes, protagonizados por una mujer que está en coma en un hospital. Pero, en especial, posee mucho de esa rareza y locura que identifica al director y que lo eleva hasta lugares inimaginables.
Una cinta de la que es preferible saber poco antes de sentarse a verla, no porque tenga una trama intrincada o haya algo que pueda destruir alguna línea argumental, sino porque es necesario que el espectador esté en blanco y que su cabeza poco a poco se vaya llenando con las extrañas maneras de hacer cine de Matsumoto (algo así como le pasa a uno de los personajes en el final). Puede fascinar o puede directamente ser odiada por los espectadores, pero sin duda alguna no saldrá indiferente de la sala.
La edición es clave para que el sentido (si es que lo tiene) que Matsumoto quiso darle a la película aparezca. Se utiliza en varios momentos la repetición de tomas, algo que parece totalmente fuera de lugar, pero que, con la electrizante música o los sonidos de fondo, funciona a la perfección (ver el baile de una de las mujeres, o los saltos a la pileta). Por otro lado, la misma va aumentando periódicamente en locura, comenzando con un planteo un tanto realista sobre la problemática del personaje, y finalizando con un ejercicio exagerado y muy efectivo sobre el placer y el sadismo.
Una cinta de la que es preferible saber poco antes de sentarse a verla, no porque tenga una trama intrincada o haya algo que pueda destruir alguna línea argumental, sino porque es necesario que el espectador esté en blanco y que su cabeza poco a poco se vaya llenando con las extrañas maneras de hacer cine de Matsumoto (algo así como le pasa a uno de los personajes en el final). Puede fascinar o puede directamente ser odiada por los espectadores, pero sin duda alguna no saldrá indiferente de la sala.
La edición es clave para que el sentido (si es que lo tiene) que Matsumoto quiso darle a la película aparezca. Se utiliza en varios momentos la repetición de tomas, algo que parece totalmente fuera de lugar, pero que, con la electrizante música o los sonidos de fondo, funciona a la perfección (ver el baile de una de las mujeres, o los saltos a la pileta). Por otro lado, la misma va aumentando periódicamente en locura, comenzando con un planteo un tanto realista sobre la problemática del personaje, y finalizando con un ejercicio exagerado y muy efectivo sobre el placer y el sadismo.
CONCLUSIÓN
"R100" es una película extraña, pero no por eso menos fascinante. Una propuesta que dividirá al público, y que vuelve a demostrar la habilidad de Matsumoto para llenarle la cabeza al espectador con ideas e imagenes raras y muy creativas. Una cinta que juega hasta con el significado de su título y que invita al público a tener algo para hablar luego de finalizada la función.
